Y pensó en retirarse. |
Coloso, imperial, un auténtico infierno. Así es el Angliru, la ascensión más esperada de esta extraña y, a su vez, abierta Vuelta a España. Pocos –o nadie– apostaban por Juanjo Cobo en Benidorm hace dos semanas. Pero El Bisonte ha hecho de las carreteras españolas el escenario de sus estampidas. La última, en la pared asturiana.
El Cordal, puerto de primera antes del Angliru, dejó las fuerzas muy justas para esas rampas del 23%. Vancasoleil, primero, y Liquigas, después, pusieron ritmo al grupo de favoritos. Bien los holandeses, pues Poels iba fino; mal los italianos, porque Nibali ni se reconoce.
Tras el paso de Riosa comenzaba a ponerse cuesta arriba la carretera. Los gallos se acercaban al momento temeroso. La primera parte son seis kilómetros de puerto normal, uno cualquiera si no fuera por ese temblor en las piernas que anuncian que el infierno se acerca.
n la aproximación de las mismas, Cobo saltó. "Oye me encuentro bien ¿Y si ataco ya?", preguntó a Matxín a 7 kilómetros a meta. "Tenía que intentarlo pero no sabía cómo iban los demás", aseguró el propio Juanjo después. Peor. Ésta era la respuesta. El asfalto se empinaba, el cántabro del Geox se hacía grande a sabiendas que Bradley Wiggins se retorcía ante el ritmo de su escudero –que está más fuerte– Chris Froome, Vincenzo Nibali se clavaba y Bauke Mollema cedía.
Exhibición de Cobo camino al Alto de L'Angliru. / EFE |
El infierno se convertía en gloria de color rojo para Cobo. A falta de 3 kilómetros ya era líder virtual. Así, tuvo tiempo de obtener renta de sobra por si un susto camino a Madrid cayera. Dos semanas después, el maillot rojo Cobo sí es el favorito.
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