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miércoles, 22 de junio de 2011

Yo me pedía ser El Chava

Con el maillot de campeón de España.
LUIS VALLADARES / @LValladaresG
La bandera nacional integrada en su maillot a la perfección. "Si es campeón de España, deberá de ser bueno", se planteaba mi mente de 10 años recién cumplidos. No andaba ella muy confundida, porque ¡vaya si era bueno! Lo que pasaba es que sólo a ratos le apetecía ser el mejor. ¿Por qué? Fácil respuesta. Era José María Jiménez Sastre, El Chava. Sí, con 'V'. Él así lo quiso. Ya explicaré el porqué.

Septiembre de 1997. Andaba yo plantado delante del televisor cuando descubrí a un escalador de clase supra en la figura de un rodador. Porque el de El Barraco tenía el cuerpo idóneo para triunfar en el llano, incluso para luchar en cualquier sprint. Pero su amor era la montaña. Un amor platónico en sus primeras temporadas de profesional, porque la ansiada victoria en una gran carrera no llegaba. Pero en la Vuelta a España de ese año El Chava dejó de rematar al palo para colarla en Los Ángeles de San Rafael por la escuadra.



Lo decía el propio Pedro González, el entonces narrador del ciclismo en TVE. "Por fin  ha sido primero tras lucharlo en numerosas ocasiones". El monstruo que Jiménez llevaba dentro había despertado. 1997 era el año de su consagración definitiva. Seguirían hasta 28 victorias, 21 de ellas en alto. Pero, hasta entonces, ¿quién era El Chava?

Ya prometía.
José María Jiménez nació un frío 6 de febrero en El Barraco (Ávila). Allí, entre montañas y arropado por Los Chabacanos, empezó a conocer mundo. ¿Quiénes eran Los Chabacanos? Su familia. Ya se sabe cómo son los motes en los pueblos. Más aún Severiano, su abuelo y, de paso, el bautizado. De hecho, Jiménez, señaló a los periodistas que escribieran Chava y no Chaba con el fin de eliminar las connotaciones negativas que pudieran darse.

Cuentan los que le conocieron de cerca que de niño quería ser torero. Un perro le quitó las ganas con un mordisco. Menos mal. El Chava se había equivocado de animal para hacer realizar sus primeros pases de pecho. Una vez decidido a dejar los muletazos para las capeas, fue Víctor Sastre, el padre de su cuñado Carlos Sastre, quien le mostró la bicicleta como herramienta para sus affaires románticos en los puertos. Víctor había sufrido una embolia y Ángel Arroyo, vecino de El Barraco, le ayudó a recuperarse con su victoria en la Vuelta de 1982 (se la quitarían después por dopaje). Como agradecimiento, fundó la escuela ciclista Peña Arroyo. Ahí comenzó la historia de El Chava sobre el asfalto, con sólo once años.

Aprendiz con Induráin.
De ese primer equipo pasó al Caja Salamanca y posteriormente al Banesto. Doce victorias en la categoría de aficionados le llevaron a alcanzar el profesionalismo en el mes de junio de 1993. Se hablaba de él ya como el heredero de Perico Delgado y sucesor de Induráin (Miguel, no Pruden). El Chava nunca quiso serlo. Sólo quería brillar, pero sin sufrir hasta la extenuación. En el Mundial de Duitama (Colombia) de 1995 -el mejor de España y no sólo por el resultado-, uno de los más duros de los últimos tiempos, Jiménez realizó un fantástico trabajo para el propio Miguel Induráin -segundo- y Abraham Olano -primero-. Su figura se hacía más grande desde el otro lado del charco. Pero le faltaba aún le faltaba una victoria en una Grande para tocar la gloria. Ni siquiera valía el octavo puesto del Tour 1997 ayudando a Olano o su victoria en el Campeonato de España de ruta celebrado en Melilla.


Fuera de nuestras fronteras no ha tenido sus mejores actuaciones. Participó en el Tour en 1996, 1997, 1998 y 2000. Fue en su segunda asistencia su mejor carrera en la Grande Boucle, cuando acabó octavo. Asimismo, en 2000 rozó la victoria de etapa. Sólo un hombre podía arrebatársela entonces: Marco Pantani. Fue en Courchevel, donde El Pirata abordó su último éxito parcial. Su triunfo más notable lejos de España fue en la Dauphiné Libéré de 1998, donde ganó una etapa y el premio de la montaña. En cuanto al Giro de Italia, participó en 1995 y 1999. Poco donde rascar. Tan sólo un segundo puesto en la octava etapa su última participación transalpina.

Volvamos a esa etapa de la Vuelta en Los Ángeles de San Rafael. Aún recuerdo cómo me alegré con su gran victoria sobre Clavero, Heras y Richard -aquél de los aros olímpicos-. Si hasta ese momento tenía una predilección por El Chava, en el instante que cruzó la meta primero fue mi ciclista favorito. Desde entonces, cuando mis amigos y yo hacíamos carreras de bicicletas, yo me pedía ser El Chava. Fue tal la admiración que me despertó, que en mi alegre soledad mientras pedaleaba por los puertos cercanos a Navatrasierra (Cáceres) no hacía otra cosa que imitarle. Cada gesto, cada detalle. Desde cómo mover la bicicleta cuando me ponía de pie a cómo colocarme las gafas de sol según se las había puesto él la última vez. 

El rostro del ciclismo
Y es que me dedicaba a seguir por la televisión todo lo que hacía Jiménez. Quería verle ganar una vuelta de tres semanas. Tenía la ilusión del niño que aún era unido al desconocimiento de que El Chava no quería ganar una Grande, sólo lucirse los días que se encontraba bien y si la carretera picaba hacia arriba. Porque sus pájaras también son míticas -qué desilusión cuando cedía-.

El abulense era individualista como el que más. No contaba con nadie para correr, no había órdenes de equipo para él. Eso le hizo ser único, para lo bueno y para lo malo. El ejemplo más claro ocurrió en la Vuelta 1998, la mejor de su vida con cuatro victorias de etapa. Por entonces, el jefe de filas del Banesto era Abraham Olano, que corría asediado por los ataques de los Kelme, Escartín, Heras, Rubiera y Serrano... y ¡por los de El Chava! Su infiel compañero de equipo.

Cuerpo de rodador, mente de escalador
En la décimo sexta etapa, Olano, líder, y Jiménez iban con el resto de favoritos durante la ascensión final a las Lagunas de Neila. El abulense atacó y acabó ganando la etapa. Mientras, el donostiarra cedió tiempo respecto al resto de candidatos. Entonces apareció la figura de Karmele Zubillaga, mujer y representante de Olano, para criticar la acción de El Chava. "No me gusta ver al jersey amarillo sin compañeros delante", apostilló. El señalado respondió claro: "Lo que tiene que hacer Karmele es callarse. Me ha hecho mucho daño". Abraham, a su vez, trataba de poner calma. "¿Sí hace bien en atacar? Pregunten al director del equipo. La etapa de la Laguna salió perfecta para el Banesto", señaló. Lo cierto es que en el seno del equipo navarro no se vio como malo el movimiento de Jiménez.

El podio final
Pero el pique no quedó ahí. En la penúltima etapa, con final en Navacerrada, Olano no andaba precisamente sobrado de fuerzas. En la ascensión, Escartín y Heras atacaron y El Chava se fue con ellos, pese a los gritos de impotencia de su jefe de filas que veía cómo cedía terreno y su liderato peligraba. De hecho, el rebelde ciclista de Banesto recogió aquel jersey oro. Lástima que no hubiera querido entrenar la lucha contra el crono, porque al día siguiente la ronda española acababa con una CRI de 39 kilómetros por Fuenlabrada -a la que asistí y no puedo olvidar aquella pintada sobre el asfalto: "Chava, chupón; Olano, campeón"-. "Ahora le toca rematar a Abraham", se resignó. Acabó luchando por no caerse del podio. Sólo seis segundos le separaron de un Arstrong que se preparaba para construir su leyenda. Dos Banesto en el podio de Madrid y lo que debería haber sido una fiesta en realidad fue "un funeral" por la tensión interna. Olano, que se acabaría marchando a la ONCE de Manolo Saiz, dejó clara la relación tras la carrera: "Si Jiménez hubiera estado en otro equipo, yo habría ganado también. Él, sin mí, si que no habría estado en el podio".

Un año después, en la Vuelta de 1999, dejó una de sus perlas más valiosas: la victoria en el estreno de L'Angliru (la única de esa edición). Sinceramente, la emoción invade mi cuerpo cada vez que veo la ascensión. No hacen falta palabras para describirlo, sólo un vídeo:


28 victorias

Si 1999 no fue del todo un buen año para El Chava en la ronda española, su carrera fetiche, 2000 fue aún peor. Abandonó la prueba a las primeras de cambio debido a las lesiones que le produjo el atropello de un coche cuando entrenaba. Fue en 2001 su última participación. Volvió por la puerta grande. Tres victorias (en La Demanda, Estación de Pal y La Molina), maillot de la regularidad y de la montaña. Con éste es la última vez que le vi en persona. Fue en la crono última disputada en Madrid a su paso por la Casa de Campo. Cómo imaginar entonces lo que venía por delante... y de lo que tratará la segunda parte: 'Yo me pedía ser El Chava (II)'.



6 comentarios:

  1. Felicidades y gracias por el articulo.

    Personalmente, no espero ver en mi vida nunca a un ciclista que me haga disfrutar como lo hacía El Chava.

    En mi caso, tampoco podré olvidar esos dos pasos escapado por Abantos en esa Vuelta de 2001.

    Siempre, grande Chava!!

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  2. Gracias por el artículo ... pasan los años y sigue estando presente.
    Era un crack como ciclista, pero los que le conocimos como persona y amigo era aún mejor.
    De nuevo gracias, no me cansaría nunca de recordar todas las anécdotas diarias que vivimos entrenando y en nuestra vida diaria.
    Enhorabuena por el blog .
    Saludos.
    Nacor

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  3. Lo primero, muchas gracias por el comentario, Nacor. Suerte la tuya de poder conocer al Chava. Yo era un niño, me ganó por completo su forma de correr y su carisma. Cuando iba a ver la Vuelta al único al que buscaba era a él. No olvidaré cómo le animé en la CRI de Fuenlabrada con él vestido de amarillo. Se fui sin poder conocerle, algo que me duele bastante, era mi sueño.

    Luis Valladares.

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  4. muchas gracias por este articulo, me ha puesto los pelos de punta. Grande chava siempre en nuestra memoria

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  5. Que pena no poder darle al reloj del tiempo quince años atras. Veriamos ciclismo de ataque de lo que nos dejo buen recuerdo el chava. No podre olvidar los buenos momentos que me hizo pasar.

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  6. Preicoso reportaje sobre el Curro Romero del ciclismo español y mi idolo en el ciclismo,que grande era Dios,como nos hacia disfrutar y levantarnos del sillon y dejarnos sin siesta.Estes donde estes siempre te recordaremos coronando primero esas cumbres que hoy veras desde los cielos.

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