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jueves, 6 de junio de 2013

La bendita tiranía del Nebelhorn


Muchos no habréis oído nunca este nombre, pero ¿y si os digo que el Angliru es una auténtica broma al lado de Nebelhorn? Es ‘El Puerto’. Tanto, que sería misión imposible llevar a cabo una competición de ciclismo en ruta en tal escenario. Tampoco es necesaria.
Antes de desvelar los entresijos de esta monstruosa ascensión, hay que contextualizar geográficamente. La cima del Nebelhorn se encuentra en los Alpes alemanes, al sur del país germano. El inicio del puerto se encuentra en la ciudad de Oberstdorf, a una altitud de 842 metros sobre el nivel del mar, para coronar en 2.064 tan sólo 8 kilómetros y medio después. Es decir, en dicho tramo se ascienden 1.222 metros, lo que equivale a una pendiente media de 14,3%, como publicaron los compañeros de ‘Altimetrías de Puertos de Montaña’. Visto así, parece asequible para los expertos. De momento me guardo los datos de los porcentajes más duros. Los números impresionan, pero las sensaciones mandan.
Como Nebelhorn es mucho más que un cúmulo de cifras, contacté conJuanto Uribarri, uno de los autores de Altimetrías, que muy amablemente me comunicó con Rubén Berasategui y Ángel Morales, de la revista ‘Pedalier’. Seguramente son las personas en España que más sepan de este sobrenatural puerto y sus despiadadas rampas. Ellos pedalearon en el infierno. Para conocer el averno en bicicleta hay que esperar a superar la mitad del puerto. Hasta el kilómetro 5 de la ascensión, las rampas no superan el 25%. ¿Que es mucho? Sí, pero nada increíble. Lo irracional llega a las puertas del sexto kilómetro. Así lo describían, resumidamente, Ángel y Rubén en el número 30 de la revista ‘Pedalier’:

Hasta que aparece la larga ‘recta infernal’: parece un tobogán y cada vez hay más pendiente. Al final de la recta ya hay un 37 % y te das cuenta de que vas casi al límite y que, como la cosa no afloje, pues pinta mal subirla. Al hacer la primera paella a izquierdas, ¡aleluya!, se puede recuperar: la cosa está entre el 25–28%. Curva a derecha y la pendiente se mantiene. Cuando vas a hacer la siguiente curva de izquierda se te cae el mundo a los pies. Una rampa entre el 38–40%. Como ves que enseguida hay otra curva a la derecha y parece que afloja, coges carrerilla y haces el 40% en un sprint para no quedarte literalmente clavado en medio. El cuerpo ya se pone en alerta máxima (y no es la película precisamente), y al dar la curva que parecía que aflojaba, pues ves que no es tan empinada, pero es terrible 30–35%. Lo mismo, coges carrerilla y pasas, hasta llegar a otra curva a izquierda. La cosa sigue igual: 35%, otro sprint y otra curva a derecha. Llegados a este punto, se acaban las paellas de la zona media y afloja muy poco, pero puedes recuperar lo mínimo porque enseguida ves un rampón impresionante. Es corto, y al 38%. El cuerpo va al límite pero ves que después hay un descanso importante: haces otro sprint para superarlo.
Aquí estuve a punto de irme al suelo, me quedé a 0 km/h: me acabé de reventar y, por no hacerme daño, pasé. Efectivamente, había un descanso. Pedaleo muy suave, sin forzar, intentando recuperar y voy a 4 km/h. La pendiente vuelve a ponerse difícil y en la primera curva a izquierda de esta parte final, no puedo: no he podido recuperar y veo que lo que viene es insuperable para mí en aquel momento. (...) Me doy cuenta de que aún faltaba un tramo muy difícil: cinco paellas más al 30–35% y una rampa final, impresionante, del 42%. Al pasar esta rampa ya ves el refugio y la carretera increíblemente hace una bajada hasta una especie de balsa. Me vuelvo a subir en la bici, hago la última curva de izquierda y recta final hasta el refugio. “Qué bien subo ahora”, pienso. Miro el porcentaje y sólo es del 27%: ¡ah!, claro, ya me parecía, es casi la mitad de las rampas pasadas.

La reseña al detalle de esta incomprensible parte de la subida es inmejorable. Han pasado varios años y ambos protagonistas se sinceran a la hora de hablar de Nebelhorn. Para los que descubrimos este puerto desde la pantalla del ordenador, es imposible siquiera proyectar mentalmente una rampa del 40% de desnivel. “Asusta, asusta de verdad”, comenta Ángel. Rubén, trata de dar racionalidad a lo inconcabible: “Imaginaos un edificio de 13 ó 15 plantas. Cuando lo tengáis enfrente, colocaos a unos 100 metros. Pues una rampa de 100 metros al 40% llegaría hasta el tejado del mismo. Vamos, en 100 metros te plantarías arriba”.
Atravesar esta admirada condena lleva su tiempo. Es entonces cuando la mente juega un papel fundamental. La seguridad en uno mismo es clave.“Hay que entrar con decisión, porque ahí casi no se puede parar. Corres el riesgo de caerte e incluso rodar hacia abajo”, advierte Rubén a modo de consejo, a lo que añade Ángel: “En esos momentos sólo piensas en pasar la rampa, que acabe pronto y pensar que después tendrás espacio para recuperar. Lo mejor es no intentarlo si no estás seguro de pasarla”.
Pero, ¿cómo se define una rampa del 42%? Para Ángel, se trata de “una inclinación donde caminar por ella se hace difícil”. Mientras, Rubén agrega: “Y bajar en bicicleta de carretera, imposible. Hay que bajar andando. Sin frenos adecuados, es temerario hacerlo montado”.
Ninguno de los dos protagonistas fue capaz de vencer al coloso. Pero bien es verdad que uno de los tramos más duros está en malas condiciones. No obstante, para Rubén “sí, es posible subir conociendo muy bien la subida y sabiendo dónde tienes que dar el máximo y dónde puedes recuperar. Conocer la subida es fundamental para vencerla”. Ángel va más allá. “La primera vez casi lo consigo, sólo que subestimé al Nebelhorn y no llevé los desarrollos adecuados. En la segunda, con los desarrollos pertinentes, quedé convencido que sí se puede. Sólo lo impidieron las obras del tramo roto”.
"DUDAR ES FRACASAR"
Infravalorar Nebelhorn es el primer error. Pero, para no cometer más fallos, la preparación es fundamental. “En la parte física hay que estar bien, subir 1.000 metros a la hora sin dificultad ya es llevar buen entreno. Después está el tema de ser habilidoso. Por último, si no crees que puedes conseguirlo estás vencido”, explica Ángel. A esto, Rubén apostilla: “Dudar, es fracasar. Y eso sólo lo sabes cuando estás en Nebelhorn. Hay que estar muy en forma para recuperar tras una rampa del 42% en una del 25%. Es decir, la rampa máxima del Angliru aquí es de recuperación”.
En la famosa subida asturiana ya hemos visto a unos cuantos profesionales ganar, desde El Chava a Juanjo Cobo. ¿Cómo debería ser el ciclista ideal para que ganara en una hipotética competición en Nebelhorn? Los dos compañeros lo tienen claro: “Muy ligero y con fuerza. Sobre todo, con poco peso. En rampas así hay que aprovechar la fuerza sin gastar un gramo de energía. Hay que tener también una depurada técnica sobre la bici.Una combinación de todo”.
Toca tirar de memoria y recordar el día de asalto a la implacable cumbre alemana. “Inolvidable” es el primer adjetivo que surge de Rubén y Ángel cuando echan la vista atrás. “Es una mezcla de adrenalina y un gusanillo en el estómago imposible de olvidar. Sabes que vas contra las leyes de la física. El 10 de agosto de 2008 es una fecha difícil de olvidar”, rememora el primero. “No hay tarjeta de crédito que pueda pagar eso”, sentencia Ángel.
Nebelhorn, cual mujer fatal, es sufrimiento y amor a partes iguales. “He soñado con él. Pero ahora que lo conozco, me da mucho respeto, pero no miedo. Hay que disfrutarlo, como dice Ángel. Además es un lugar muy bello”, admite Rubén. No obstante, las palabras tras llegar a la cima fueron: “¡Aleluya, se acabó!”, “¡Increíble!”. Las palabras de estos dos héroes nos hacen tratar de imaginar lo inimaginable. “Sólo te das cuenta de lo que es aquello cuando lo ves en directo. Por más que te lo digan, no lo calibras, hasta que lo palpas en vivo”, asegura Rubén. Sin embargo, y como bien me dijo Juanto Uribarri, “el Nebelhorn se acabará por rendir a la evidencia de que el ser humano es muy cabezota”.
Angustia, dolor, lágrimas sobre las paredes más bestiales de este mundo conocido son unas pocas pinceladas de Nebelhorn. Sólo hay un bálsamo para curar esto: la cima. Los detallados trazos descritos por mis compañeros de su experiencia únicamente se pueden complementar con la realidad.Siempre, absolutamente siempre, lo más increíble es cierto en algún rincón de nuestra vida. Este vídeo lo grabaron ellos mismos. Disfrutadlo:

*Imágenes cedidas por Rubén Berasategui

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