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jueves, 6 de junio de 2013

El descenso más temeroso de Andy Schleck



"Una carrera no es una cuestión física, es también mental". Para Andy Schleck, es más mental que física, aunque lo esconda en éstas sus últimas palabras públicas. Ante el espigado luxemburgués, cada competición es una caída libre y sus reconocidos miedos le han hundido mentalmente.
Su cabeza y su corazón no se convencen de la siguiente pedalada. Once meses sin acabar una prueba por etapas es demasiado para cualquier ciclista profesional; y si se trata del capitán del RadioShack (patrocinador que dejará el equipo tras esta temporada), hay que elevarlo a la máxima potencia.
Un superclase sobre el que se tambalea una mente totalmente desordenada. A Andy siempre le ha faltado profesionalidad. Recuerdo cuando en plena Vuelta a España 2010 se fue de copas junto a Stuart O’Grady y, de paso, de la propia carrera. Bjarne Riis, entonces su director en Saxo Bank, le expulsó. Al pequeño de los Schleck sólo le ha interesado el Tour de Francia, ni más ni menos. El amarillo en los Campos Elíseos -no en un auditorio en su localida- ha sido más obsesión que sueño. Y éste es el único motivo por el que no lo ha conseguido. El ciclismo no se basa en sus miedos.
Vayamos al presente. Los pedales de la bicicleta es lo único que sostiene su derrumbe total. Resulta curioso como tal caída libre en la vida -pese a su miedo a los descensos- pasa a ser en carrera una continua cuesta arriba. Desde que se fracturó el sacro (parte baja de la columna) en la Dauphiné-Libéré (junio de 2012) y dijo adiós a la siguiente edición del Tour de Francia, Andy no es ni un cuarto de sí mismo. La última carrera por etapas que terminó fue en el Circuito de Sarthe (abril de 2012). Sólo ha logrado concluir el GP Citta Camaiore, cita de un día y 312 después de la última.
Queda claro que el luxemburgués necesita ayuda. “Aún sufre psicológicamente”, dijeron en el RadioShack tras su enésimo abandono en la Tirreno-Adriático. Días después, el diputado francés Pierre-Yves Le Borgn aseguró haber visto al ciclista en Múnich "completamente borracho. No era capaz de apretar el botón del ascensor". Sea o no verídica la historia -”Una ridiculez”, según el propio Schleck-, parece bastante claro que Andy va a la deriva. Apunta más a ahogar penas que a fiesta alegre. La ausencia de su hermano Frank en la carretera por su sanción no le ayuda. El dolor de la uña separada de la carne.
En su equipo no acaban de saber cómo tratar el asunto: los ultimatum se mezclan con la compresión. "No estoy contento con lo que he oído. Muchas veces he dicho a Andy que no estoy contento de cómo se comporta. No se considera como una parte de un equipo. Ahora espero que tenga el valor de ser un atleta serio", clamó el propietario de la escuadra estadounidense Flavio Becca. De momento, el conjunto le dará otra oportunidad este fin de semana en el Criterium Internacional. El lado comprensivo llegó desde el director deportivo Dirk Demol: "Andy está pasando por un período difícil.Pensábamos que estaba en el camino correcto, pero después de la Tirreno pensamos que todavía tiene muchas dudas. El problema claramente no es físico, es mental. Esa caída está todavía en su cabeza”.
Diferentes discursos dentro del equipo sobre un Andy Schleck que en su perfil de Twitter (bien es verdad que ahora lo usa poco) no hay ningún mensaje de tranquilidad y ni siquiera de ciclismo en los últimos meses.Personalmente, achaqué muchas veces la falta de profesionalidad del luxemburgués. Considero que tiene piernas para hacer muchas cosas muy grandes. Se confundió centrando cada temporada en el Tour de Francia, pero eso es pasado. El presente es que el ciclismo debe animarlo a levantar cabeza. Junto a Alberto Contador, es el mejor escalador. ¿Queréis dejar de ver su pelea en los grandes puertos? Yo no. Anhelo con un futuro con Andy Schleck.

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