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martes, 6 de septiembre de 2011

La estampida alegre de 'El Bisonte'

Juanjo Cobo ha vuelto a sonreír. / EFE
En el ciclismo no vale con dar pedales, caerse y levantarse, tutear a la épica o plantar cara a la misma muerte para ser reconocido. Los focos sólo alumbran a unos pocos. A los mejores, sí. Pero qué sería de Alberto Contador, Cadel Evans o los hermanos Schleck sin esos gregarios que viven en la zona sombría del pelotón.

    Juan José Cobo conoce tan bien esa oscuridad, porque incluso su mente se volvió gris, casi negro, por momentos. Tras su aspecto fuerte y algo ajado por los miles de kilómetros al servicio de las inclemencias climáticas se esconde su punto negro: una mente no preparada ante las injusticias del ciclismo.

    Cobo, cántabro de nacimiento, ganó con 22 años el campeonato de España contrarreloj Sub 23. Aquello lo lanzó al profesionalismo de la mano de Josean Fernández Matxín, su director de siempre, en el Saunier Duval. Despuntó en 2007, cuando fue décimo noveno en el Tour de Francia. Eran tiempos felices. En 2009 hizo un gran final de temporada. Acabó décimo en la Vuelta a España y fue seleccionado para disputar el Mundial de Mendrisio tanto en contrarreloj como en ruta.

"Lo dejo"
Su esfuerzo se recompensó con su fichaje para el Caisse d'Epargne. Sin embargo, fue el inicio de sus bajones de moral. No quería defraudar y se exigió resultados. "Nunca me han metido presión, fui yo". La buena forma de sus piernas no se correspondía con la de su cabeza y, tras un año en blanco, Eusebio Unzué no contó con él para el Movistar.

De la mano. / Marcelino Pacheco - Sprint Especial
    Decidió Matxín recuperarlo para el Geox en 2011. Pero Cobo no era ni su sombra. Ya no era El Bisonte, era un juguete roto que no quería ser ciclistas. En casa de sus padres, donde vive, convivió con la depresión. Sus padres preocupados y él en silencio. No entrenaba. Sólo descolgaba la polvorienta bicicleta para ir a las carreras. Tocó fondo en mayo, cuando llegó a Matxín para decirle algo que a nadie había contado: "Lo dejo". Su director le liberó de toda la presión: "Disfruta".

    Esa palabra sirvió de polea para salir del pozo. Poco a poco, mente y piernas se entendieron. Hizo tercero en Burgos y en esta Vuelta a España de los gregarios ya viste de rojo tras su exhibición en el Angliru. "No estoy sorprendido del todo de mi nivel que estoy porque en otras temporadas ya lo había alcanzado". La cabeza funciona. En cualquier caso, El Bisonte es un héroe por sorpresa que está salvando el honor patrio ante el empuje foráneo de la mejor manera posible: con una estampida alegre.

Texto escrito por Luis Valladares y publicado en LA GACETA (Intereconomía) el 6 de septiembre de 2011.

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