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domingo, 2 de diciembre de 2012

Locuras Hoogerland

LUIS VALLADARES / @LValladaresG [Puntopelota.es 26/11/2012]
Dicen los expertos de la comunicación en Internet que las entradas largas en un blog son de todo menos recomendables. Haciendo oídos sordos a esta premisa, os anuncio desde ya que este post no será especialmente corto, pero creo que merecerá la pena leerlo para conocer de qué están hechos los ciclistas fuera de las competiciones.
Hace unas semanas tuve la oportunidad de compartir mesa con gente que vive el ciclismo de cerca en un encuentro denominado #ciclismoandtweets. Entre historias, hubo una que me llamó especialmente la atención. El protagonista es el ciclista holandés Johnny Hoogerland y el motivo es su locura por el ciclismo más allá de la competición. Insisto, locura. Literal. Los escuchantes no dábamos crédito a lo que Jesús Hernández contaba.


Para contextualizar, Hoogerland vive en La Vall d'Uixó (Castellón). Un día cualquiera, a Johnny le tocaba hacer entrenamiento con la bicicleta de contrarreloj. Fuera de su casa, el viento de Levante azotaba con violencia. Resulta peligroso en un entreno así debido a la rueda lenticular en este tipo de bicicletas. Hoogerland no cambió de idea. Seleccionó la N-340, carretera que bordea la costa, dirección Norte. Horas después, sonó un teléfono. Era Johnny quien llamaba. ¡Estaba casi en la provincia de Tarragona! El holandés se dio media vuelta, ni corto ni perezoso. En total, se hizo más de 160 kilómetros a una media superior a los 40 km/h en una carretera plagada de rotondas.Cabe recordar que son pocas las contrarrelojes que llegan a los 60 kilómetros y duran poco más de una hora. Hoogerland se marcó cuatro con un viento lateral fortísimo.
Esto es sólo un ejemplo de la pasta de la que está hecho este ciclista. Los que seguís las carreras habitualmente sabréis el comportamiento peculiar de Johnny. Sus ataques lejanos o sin previo aviso (para resignación del director del Vancansoleil, su equipo) en momentos que rozan lo absurdo son su sello de identidad. Valentía ante todo.Por esto, tras escuchar el cómico relato me decidí a preguntar por más 'manías' de este corredor.
La locura es el patrón que sigue Hoogerland. Por esto, uno de sus habituales entrenamientos es salir desde su domicilio en La Vall d'Uixó, cerca de la costa de Castellón, hasta Morella o Vistabella del Maestrazgo, en el interior de la provincia. 200 kilómetros o más en un terreno en el que un solo metro llano es puro espejismo. Su velocidad media supera los 35 km/h. Y añado: suele pedalear en solitario.
Rematamos, si os parece, con lo que es una guinda perfecta para este pastel. Un día antes de iniciar una concentración en Benidorm con el Vacansoleil pregunta a su masajista si el turístico municipio queda muy lejos de La Vall d'Uixó. 200 kilómetros fue la respuesta. La mañana siguiente amaneció con todos esos elementos meteorológicos que quitan las ganas de coger la bicicleta a cualquier ciclista... excepto a Hoogerland. El viento, la lluvia y el frío marcaban la pauta de ese día. Una vez más, Johnny hizo caso omiso a la cordura. ¿Para qué? Cogió su bicicleta poniendo rumbo a Benidorm. No fueron 200 kilómetros. Sólo él podía perderse y dar un rodeo de órdago. No obstante, llegó, como no podía ser de otra manera.
Sí, Hoorgeland es un tipo definitivamente distinto. Su palmarés no está repleto de triunfos, pero nunca pasa desapercibido. Muchos de vosotros quizá aún no sepáis quién es. Protagonizó uno de los momentos más lamentables de un Tour de Francia 2011, cuando fue atropellado por un coche de la televisión francesa en plena carrera junto a Juan Antonio Flecha. Acabó sobre una valla de alambre de espino. Cuando llegó a meta, recogió el maillot de puntos de la montaña entre lágrimas. Me jugaría una cena a que fueron por la oportunidad perdida de ganar una etapa y no por las heridas. Johnny es así.

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