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jueves, 14 de febrero de 2013

Verdades a medias, la peor mentira


Vestido con camisa, con vaqueros y sin corbata. Imagen de normalidad, un forma de restar importancia a todo esto. Para Lance Armstrong no la tenía más allá de su interés por salvar su futuro. "¿Alguna vez tomó sustancias prohibidas para mejorar su rendimiento sobre la bicicleta?". "Sí". "¿En su opinión, era humanamente posible para ganar el Tour de Francia siete veces seguidas ?". "No, en mi opinión".
Eran las primeras preguntas y respuesta de la famosa entrevista. Los que se regodean a cada instante de que "todos los ciclistas van dopados" se echaban las manos a la cabeza (y eso que ellos lo sabían ya desde hacía tiempo). Los que aman el ciclismo, esperaban con ansia y sin pestañear unas novedades que finalmente no hubo. Nada nuevo más allá de la propia confesión. Sólo una opinión generalizada: Amrstrong no está arrepentido, ni mucho menos. Sólo acorralado.

Armstrong se escudó en que sólo "cuatro o cinco héroes no se dopaban. Era la cultura de entonces. No tenía la sensación de que estaba haciendo trampas". Una conclusión saco de esto. ¡Qué importante es la educación! Partiendo de que la sensación de Lance fuera cierta, con lo único que me puedo quedar es que hoy en día un ciclista sí sabe cuando se está dopando que es un auténtico tramposo. Aprendamos todos. Eso sí, es una lástima que esto se conozca en 2013. El puñetazo contra el ciclismo va dirigido a un lugar erróneo: al presente.
Al final, todo esto me da más pena por el propio Armstrong que por el ciclismo de la anterior década. Me da pena su frialdad. Se creyó su propia mentira en su día y se la cree ahora, pese a esta confesión que roza el paripé. "Justificaba con la historia del cáncer", admitió el texano. Esto es caer más bajo que el propio dopaje. La vida le dio una segunda oportunidad gracias a su lucha contra esa maldita enfermedad (pelea que ensalzaré hasta el último de mis días) y él la volvió a poner en la ruleta rusa para perpetuarse en la historia, escondiéndose en una excusa miserable por el simple hecho de su gravedad.
Verdades a medias a la cara de Oprah Winfrey. Muchas dudas y palabras que diferían extrañamente de una investigación cuyas piezas, al menos, parecían encajar a la perfección. ¿Donación a la UCI estando retirado? ¿Buena persona el doctor Ferrari? Señor Armstrong, ojalá hubiera dicho absolutamente todo lo que sabe, hubiera tirado de la manta hasta el final.Sus medias palabras son, de verdad, una puñalada para el ciclismo de hoy.
Y con verdades a medias, ¿cómo creer que el estadounidense no se dopó en su regreso en 2009? ¿Cómo hacerlo si la USADA dijo que el pasaporte biológico era cuanto menos extraño? ¿Cómo hacerlo si no es capaz de cargar contra la UCI? Es cierto que doparse ahora y evitar que te pillen es algo más difícil. Con todo, me quedan tantas dudas de este proyecto de confesión... 
No quiero ver a Lance Armstrong es como un villano, sobre todo por lo que ha ayudado a muchas personas a salir de baches aparentemente infranqueables. Tampoco sería el único villano: hay muchos dopados, por desgracia. Pero sí siento cierta pena. Él duerme sin problema cada noche si nos ceñimos al aspecto deportivo y no legal y económico de todo esto. Que no tiraran del hilo los demás no debe servir para que él estuviera tranquilo. Absolutamente, no.

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