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martes, 3 de julio de 2012

La cruel dictadura de 'Tourminator'


Sagan ya ha acostumbrado a celebrar las etapas de manera curiosa. / EFE
LUIS VALLADARES.
Michael Albasini encara la meta sprintando como un poseso en el repecho final. Es su gran oportunidad. Los pedales están a punto de echar humo y la bicicleta roza los límites de sus posibilidades físicas. El suizo levanta la cabeza para medir distancias. De pronto, una figura verde le adelanta como un búfalo en plena estampida. Nada que hacer, es Peter Sagan. El eslovaco, animal desbocado en los últimos metros, tuvo tiempo para una nueva celebración. Va sobrado. Se santiguó y entró haciendo como si corriera. Una nueva humillación en su debut en el Tour de Francia. Y van dos en cuatro días.


La cuarta etapa ya tuvo aroma de Grande Boucle. Olor a pólvora porque ya hubo los clásicos nervios de la ronda, con lo que conllevan: cortes en el pelotón, montoneras y, por desgracia, abandonos. En este último apartado entró el nombre de José Joaquín Rojas. Un enganchón acabó con el murciano en el suelo y con su clavícula rota por tres partes. “Lo que más me duele no es la clavícula, ni los golpes. Es todo lo que me pierdo a partir de ahora”, se lamentaba tras abandonar. Y su futuro pasaba por Londres. Pasaba. A falta de confirmación, su presencia está prácticamente descartada.

Pero el Tour sigue, y a qué ritmo. En la ronda gala no se espera, todo es tensión. El ansia de la victoria en el mejor escaparate del mundo. Hoy el día era propicio para lucirse. El perfil de los últimos 27 kilómetros eran dientes de sierra. Cinco cotas –tres de cuarta categoría y dos de tercera– hasta llegar a la meta de Bolougne sur Mer. Tachuelas de corta longitud y duro desnivel. 

Llegaron al final los favoritos juntos, salvo un Gilbert afectado por una caídas. Los dos últimos kilómetros se iniciaban con un giro a derechas en una rotonda. Valverde, bien colocado, se confundió en la trazada y perdió sus opciones. Echó la culpa a la radio y se olvidó del libro de ruta. En sus páginas aparecía un repecho en los últimos 700 metros al 7,8%. Esto resultó ser un paseo de Sagan, que lo hizo llano, pese a Albasini, Chavanel o Hagen. Salvaron el día los gallos ante la galopada del eslovaco. “A Forrest Gump, cuando le decían que corriera, corría. A mí, cuando me dicen que gane, gano”. Y lo hace con 22 años, en su estreno y por delante de ciclistas que acumulan centenares, incluso miles, de kilómetros de escapada para lograr el sueño de ganar una etapa en el Tour. Por eso ésta es la cruel dictadura de 'Tourminator'.

1 comentario:

  1. Lo de Sagan está siendo impresionante, espero que siga a este nivel por el bien del Tour, aunque no sé si llegará así a la tercera semana.

    Una pena lo de Rojas.


    Saludos desde Paseo Melancólicos

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