Fotografía: Jesús Maqueda (LA GACETA) |
Aguarda la llegada de los 83 años concentrado en su quehacer diario. Federico Martín Bahamontes pasa muchas de sus tardes en la oficina del club de ciclismo que regenta en Toledo, apenas un garaje donde se acumulan recuerdos históricos y desde donde prepara una nueva edición de la Vuelta a Toledo. “Cada año es más difícil, no hay cantera”, tercia. Pero ni esa falta de compromiso ni la carencia de espectacularidad en el ciclismo actual que el veterano deportista detecta, parecen suficientes argumentos para que Federico Martín Bahamontes le niegue la palabra a su deporte mientras viva. A la espera de un nuevo aniversario, recuerda con nitidez y profusión de detalles aquel otro que le convirtió en el primer español capaz de desafiar el dominio centroeuropeo en la más mítica de las carreras por etapas. El Tour de Francia del que se adueñó de forma definitiva en 1959. Después, seguiría reinando pero sólo en sus cumbres y en la memoria de aficionados de todas las generaciones.
-Dice que no hay cantera...
-El ciclismo de hoy en día está peor que el que yo conocí porque, la cantera, ¿dónde está? Está toda quemada. No puede ser que tengas un hijo y lo estés llevando al masajista, al mánager... pero ¿qué te crees? ¿Que ya se ha hecho Indurain, Contador o Bahamontes? Tienen que pasar muchos nombres y a ver que pasa, porque hasta mi madre decía que mi sobrino era mejor que yo. Yo le decía, cuando tenga novia ya veremos. Porque atender a dos no es lo mismo que atender a una, la bicicleta y la otra. Esta generación actual viene quemada, está apagada.
-En mi época cuando bajaban la bandera, maricón el último. No se corría en equipo, sino que había 12 corredores que hacían la guerra por su cuenta. Ahora en el ciclismo se espera cuando los corredores se caen o no compiten por las etapas. Y también hay que decirlo de Contador cuando se dejó ganar por Schleck en el Tourmalet en el Tour del año pasado y luego le dio una palmadita. Un profesional no puede hacer eso. Uno tiene que estar ahí a tope, aunque sea mentira, pero al público no se le puede engañar.
-Así que en la actualidad no ve mucho ciclismo, ¿verdad?
-Estuve en Castellón en los campeonatos de España y me aplaudieron más a mí que a Contador, que es el ídolo de esta época. Si tengo que ser realista, no me gusta mucho este ciclismo. Del Giro, por ejemplo, sólo vi dos etapas y porque me pillaron en un bar. En mi época había hasta 15 corredores que eran ganadores fáciles del Tour, primeras figuras. Además, en Italia y Bélgica había hasta cuatro o cinco carreras de profesionales en el verano. Ahí es donde está la diferencia.
-¿Cree que Contador podrá remontar la desventaja en este Tour?
-Para un buen escalador eso no es tiempo, lo va a sacar duplicado en cualquier etapa cuando llegue su terreno. Estoy segurísimo. La única pega es que va plagado de carreras, pero sigo confiando en él, lo va a tener claro. Yo he llegado a 56 minutos perdidos porque estaba enfermo. Un escalador tiene que hacer diferencia de tres o cuatro minutos a la mayoría de sus rivales.
-Para un buen escalador eso no es tiempo, lo va a sacar duplicado en cualquier etapa cuando llegue su terreno. Estoy segurísimo. La única pega es que va plagado de carreras, pero sigo confiando en él, lo va a tener claro. Yo he llegado a 56 minutos perdidos porque estaba enfermo. Un escalador tiene que hacer diferencia de tres o cuatro minutos a la mayoría de sus rivales.
-¿Cómo recuerda sus primeras participaciones en la 'Grande Boucle'?
-Me dijeron tú al Tour y yo dije: No tengo dinero, no tengo maleta, no tengo más que lo puesto, no sé francés...Antes, había ido a la Vuelta a Asturias con un amigo y allí el alcalde Mieres, que me vio ganar la primera etapa, me dijo: “Si el guaje este va al Tour de Francia gana la montaña con una sola pierna”. Y así fue, gané con 100 y pico puntos la montaña. Doblé a Coppi. Así que luego tuve que ir a Mieres y cenar con toda la organización de la Vuelta a Asturias.
-La tienen todavía clavada. Pero en Francia me respetan mucho. Corrí 10 veces y sólo abandoné en una ocasión porque una inyección me pasó al brazo y en el descenso de un puerto no podía continuar. Fue la única vez que abandoné.
-¿Echa de menos una mayor ambición entre los corredores?
-El corredor que no sienta la emoción de vestirse de amarillo... Yo recuerdo que mi director me decía que no atacara tanto, que no tenía equipo. Y en Puy de Dôme ataqué desde el principio, porque yo pensaba: Con seis segundos de desventaja lo único que quería era vestirme de amarillo aunque luego lo perdiera.
-Hablemos de dopaje. ¿Se practicaba en su época?
-En mi época no había eso, por lo que tampoco sabría expresarme sobre el tema. Tomábamos vitamina C y vitamina B y, yo en las grandes etapas un carajillo, Agua del Carmen y un tapón como este (señala a un tapón de una botella de agua) de ‘Colastier’. Si ahora te tomas media Coca-Cola estás mucho más excitado que con todo aquello. Lo que me gustaría es haber tenido entonces una bicicleta como la que tienen ellos ahora. Nosotros íbamos con coulottes y maillots de lana, la gamuza hacía bola y siempre estábamos jodidos, con forúnculos... No eran ni condiciones ni material. En las etapas de montaña llevábamos una hoja de repollo, una visera pa’lante y otra pa’atrás, un frasco de aceite...
-El asfalto estaba derretido por el calor. En la salida nos daban aceite para que nos lo echáramos por las piernas. Además, hacíamos etapas de más de 300 kilómetros.
-Quien manda en la generación actual es Alberto Contador. ¿Le ve rival para este Tour?
-Contador no ha se ha cansado de ganar. Todavía puede ganar tres o cuatro Tours más y en este llega muy bien de forma.
-¿Le ganaría si compitiera contra él?
-Tendría que ser una carrera entre Charly Gaul, Contador y Bahamontes. ¿Tú a quién elegirías?
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