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jueves, 21 de julio de 2011

Cien velas sobre el Galibier

Altimetría Galibier (click para ampliar) / climbbybike.com

"¡Oh, Sappey! ¡oh Lafrey! ¡oh col Bayard! ¡oh Tourmalet!... Al lado del Galibier, sois pálidos y vulgares bebistrajos”. Ésta fue la reacción de Henri Desgrange, el padre del Tour –como le gustaba ser llamado– cuando Emile Georget, ciclista de La Francaise, pasó primeró por la cima del Galibier en su estreno en la Grande Boucle en el 10 de julio de 1911. Desde entonces, millones de batallas a 2.645 metros de altitud labran su leyenda.

La escasez de oxígeno en las puertas del cielo no impedirá prender cien velas en su cima para celebrar su siglo de competición en el Tour. Y es que esta edición gira a su alrededor; se subirá hasta en dos ocasiones. Hoy, en la décimo octava etapa, el coloso pondrá fin a la jornada reina de la prueba. Se ascenderá por su cara noble –o la menos dura, como quieran–, eso sí, el aperitivo será escalar otros dos puertos 'hors categorie' (Agnel e Izoard) sin apenas descanso intermedio.

Contador, en su preparación alpina
La segunda vez que se suba el Galibier será mañana, en la décimo novena etapa –la última de montaña y previa a la crono de Grenoble–. No será nada cómodo ese día. Para empezar, la vertiente norte del puerto centenario es la más dura. 34 kilómetros si se suma el Telegraphe (de primera categoría). Una ascensión salvaje a través de un paisaje brutalmente bello. Con las fuerzas justas, los ciclistas afrontarán un largo descenso hasta llegar a los pies de Alpe d’Huez. En sus 21 curvas de herradura tendrá lugar la última lucha cuesta arriba entre los gallos que aún sobrevivan. Estos finales en el Galibier y Alpe d’Huez (etapas 18 y 19) completarán la trilogía alpina en este Tour.

Es la oportunidad de Alberto Contador para dar la vuelta a la tortilla. La misión no es para nada sencilla, pero no imposible. Dará espectáculo seguro y pondrá a prueba las piernas del resto de gallos. Thomas Voeckler debería ceder, al igual que Cadel Evans si se marcha deprisa. Ahora, los Schleck y Samuel a priori serán más difícil de sacar de ruedo. Pero si hay uno que puede conseguirlo, ese es Alberto Contador.

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