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domingo, 24 de julio de 2011

La insistencia lleva a París

Su vida ha estado llena de reveses

Gran contrarrelojista
Tras la cara, un tanto ajada por las continuas desilusiones sobre la bicicleta, se esconde un hombre frío, calculador y, sobre todo, tenaz. Cadel Evans (Katherine, Australia, 1977) no ha dejado de insistir. “No parará hasta que logre el Tour”, aseguraba recientemente su padre. Pues bien, el momento de gloria para el jefe de filas del BMC ha llegado. Cada lágrima que corría por su mejilla en el podio de Grenoble llevaba reflejadas todas las veces que el australiano se ha quedado a las puertas del éxito.

    Desde su nacimiento la vida no le acabó de sonreír. Cadel nació con la nariz rota. Era la señal de que su existencia caminaría por la senda del sacrificio infinito y una aécdota si se compara con lo que le ocurrió con tan sólo ocho años. La coz de un caballo enfurecido estuvo a punto de dejarle en silla de ruedas. Los médicos no terminaban de confiar, pero ese fuerte carácter que comenzaba a aflorar le hizo levantarse del duro golpe.


    Fue en la irregular geografía de Katherin donde dio las primeras pedaladas. Lo hizo en una bicicleta hecha a mano por su padre y su tío utilizando las piezas de coches viejos, una rudimentaria máquina que le despertó el amor por el ciclismo. Su primer romance lo llevó en bicicleta de montaña. Sobre las ruedas gordas cosechó dos Copas del Mundo (en 1997 y 1998). Pero el esfuerzo era demasiado en comparación con la repercusión económica.
 
Sus inicios
    Este fue el motivo de su cambio a la carretera en 2001. Entonces inició el puerto de una carrera no sin complicaciones. Debutó en un Mapei cuya mayoría de ciclistas se pusieron en manos del doctor Michele Ferrari –relacionado con temas de dopaje–. Cadel lo rechazó para apostar por Aldo Sassi. “No hay día que no corra pensando en él”. Esta frase de Evans resume todo lo que le ha aportado. Sassi falleció el año pasado a causa de un tumor cerebral.
Oro en Mendrisio

Campeón del mundo
Tras pasar con más pena –y dos roturas de clavícula– que gloria por el T-Mobile, el virtual ganador del Tour sufrió en las filas del Lotto unos varapalos que, lejos de amedrentarle, le han llevado a lo más alto. Se quedó a segundos de ganar el Tour en 2007 y en 2008, y fue tercero de la Vuelta a España en 2009. Fue este año cuando se llevó su primera alegría: el campeonato del mundo en ruta.

Exhibición en L'Aquila
    Descubrió el sabor de una gran victoria y su sino pareció cambiar de rumbo. No se caracteriza por ser un corredor ofensivo; incluso también tiene fama de chuparruedas. Pero desde esa posición ha sabido manejar la calculadora. Se ha defendido a la perfección en la montaña y ha asestado el golpe definitivo en la crono. Fruto de esta obstinación, es el segundo ciclista más viejo que gana su primer Tour. Con 34 años y medio, tiene sólo un mes más que los que tenía en 1923 Henri Pelissier.

Texto escrito por Luis Valladares y publicado en LA GACETA (Intereconomía) el 24 de julio de 2011

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